Hablando de fe…

Si partimos del término “experiencia”, entendida como algo vivido de lo que aprendemos, dejándonos cierta huella en la consciencia, podríamos extender el término a lo fenomenológico y hablar de una “experiencia del corazón” como algo que se experimenta o SE EVOCA a ese nivel, refiriéndome al término “corazón” en el sentido del SER, pues “el corazón” (más allá del termino del sentir) yo lo entiendo como el núcleo, el centro de la persona, la esencia (igual que el corazón de una manzana sería la semilla interna). Desde ahí es únicamente desde donde yo concibo la fe, más vinculada a la experiencia de lo fenomenológico y “lo milagroso”, a esa fuerza espiritual que nos vincula a un poder superior, al campo de lo divino. Yo, particularmente, no concibo el término vinculado a otro ser humano como “tener fe en alguien” (para mí eso no existe, sólo sería una manera de hablar), eso para mí sería más bien una especie de “confianza ciega” y no es, para nada, lo mismo.

Cuando hablo de que es una experiencia del corazón lo digo a ese nivel y eso ha sido experimentado por mi también al nivel de “experimentar” que explico, creo que es una experiencia intrínseca del ser.

Por otra parte, yo también lo aplico hacia mí misma como TENER FE EN MI, quizá pareciera que hablo en el ámbito del carácter en sentido de autoestima, como una reafirmación potente en mí misma, sin embargo cuando hablo de FE EN MÍ lo llevo al plano esencial como esa chispa divina que conecta con el todo y ahí, en ese punto, todo es posible, somos puro potencial, por tanto, “sentir fe en mí misma” sería conectar con esa parte espiritual que me vincula al TODO y desde donde siento que todo es posible, y esa fuerza también la he experimentado en algunos momentos por eso hablo de ella, es una experiencia “indescriptible”.

Me gusta poder compartir con vosotros también temas que nos llevan al punto de reflexión más íntima y profunda. Creo que lo que nos aleja muchas veces a las personas desde los significados son esos códigos, el mismo término puede ser entendido internamente de muchas formas diferentes y todo es enriquecedor pues reafirma o completa lo nuestro propio de algún modo.

Gracias por estar ahí, por ser receptores de mi mensaje y permitirme, a través de lo que expreso, que pueda seguir conectando con lo mío propio.

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