METAFORA DE LA NIÑA QUE ESCALÓ LA GRAN MONTAÑA

Os contaré la historia de una niña que escaló una grandísima montaña….

Cuenta la leyenda que cada pequeño trecho, en esa tortuosa y empinada subida, le llevaba a lidiar con tremendas dificultades que las iba sorteando unas veces y de las que iba aprendiendo en otras ocasiones, a medida que subía, convirtiéndolas en piedras que iba cargando a sus espaldas en una gran mochila que llevaba. Subía y subía y no había dolor o dificultad ante la cual aquella niña, exhausta, maltrecha y herida ya, no decidiera continuar en ese rumbo hacia su meta anhelada para alcanzar el “trofeo” que tanto ansiaba.

La niña libró todo tipo de batallas, muchas veces, cuando ya ni aliento le quedaba. Subía y subía pero siempre volvía a aparecer alguna circunstancia ante la cual, la pobre niña, impotente y muy frustrada, no podía hacer más, pero su fuerza, su valor y coraje la llevaban a continuar y resurgía una y otra vez más como “el ave fénix” pues, esa meta soñada, era para ella algo que verdaderamente la compensaría de todo lo sufrido con anterioridad (o así lo creía ella con toda su fe y con toda su alma). Continuó en ese ascenso tortuoso por tiempo muy prolongado, fueron muchos años en ese “peregrinar”, sin a penas energía, mientras sentía no pertenecer a ningún lugar.

Cada vez que la pequeña niña, agotada y derruida, se disponía a abandonar, no sé cómo lo hacía, pero la esperanza en lograr su propósito le volvía a “visitar” y eso le permitía con su camino continuar.

Pero ocurrió que, un día, justo en el instante previo a alcanzar la cima soñada, su supuesto “trofeo” (que ya distaba poquitos metros de ella), y justo en el momento de casi tocarlo con sus propias manos, se precipita ante ella colocándole, éste, desde su ignorancia, un “pedrusco” de gran tamaño en la mochila que cargaba (así lo sintió ella profundamente)…Ya ves, ¡como para poder cargarlo, en las condiciones en las que llegaba a la cima y con su falta de aliento en esos últimos momentos de ascenso!. Tanto fue así que justo en ese momento, debido al excesivo peso añadido en ese último instante, donde le faltaban las fuerzas y en el que el agotamiento psicológico y físico era tan extremo y evidente, la niña cae desplomada al suelo y la inercia del peso en ese último tramo de ascenso la arrastra por la pendiente, cuesta abajo, dando tumbos montaña abajo hasta llegar, muy herida y magullada, al punto de inicio a los pies de la montaña, descendiendo y deshaciendo, en esa caída libre, todo el recorrido que tantos años, sudor y lágrimas le había costado. Una vez llegada a la ladera del monte, la niña, a duras penas puede incorporarse, imaginaros que en ella todo era dolor, una tremenda frustración le recorría su cuerpecito magullado, sólo podía sentir una inmensa impotencia que la inmobilizaba y una tremenda rabia que terminó en un llanto desconsolado que no tenía fin, al ser consciente de su “gran” pérdida… Entonces, de repente, lo comprende todo y mirando al cielo exclama (con un chillido desgarrador), mientras suelta toda pretensión, exigencia, lucha e impotencia acumulada: ¡¡ME RINDO!!!, suelto y ACEPTO que no era para mí ese gran trofeo, yo misma tendré que darme el lugar que merezco, yo misma aprobaré quien soy, me daré espacio para SER y SENTIR y juro respetar mi identidad, recuperar mi poder personal y la libertad de ser COMO y QUIEN soy (le guste a quien le guste o no) para seguir anhelando LA CONEXIÓN que permite la buena comprensión y la complicidad, así como la buena percepción entre los seres humanos.

Hoy me comprometo a mirar a aquella niña a los ojos, cada día de mi vida, para llegar (a través de su mirada) a su corazón y enseñarle que sólo ha de compartir momentos y vida con quién pueda verla y la merezca, alguien que realmente valore su forma de AMAR y no abuse de ella ni de su bondad.

La niña, al fin, pudo comprender que por mucho que transigiera ante sus necesidades y las negara, por alcanzar su meta soñada, siempre habría “una piedra” más en el camino para ella con la que seguiría llenando su pesada mochila que la haría desfallecer una y otra vez por el resto de su vida, esas piedras que nada tuvieran que ver con ella misma ni con su forma de entender la vida y las relaciones humanas, pues sólo el que carga con lo que le dan, sea lo que sea y de forma sumisa, evita que el otro se de cuenta del GRAN peso que le hizo cargar sin ningún sentido, potenciando su tiranía y fortaleciendo su inconsciencia.

MORALEJA: Sé coherente contigo misma en cada momento de la vida y opera desde tu necesidad a través de tus sentimientos pues sólo ellos te vinculan al corazón y si alguien comparte, en equilibrio, a ese nivel contigo, con naturalidad y espontaneidad, será genial!, vívelo y entrégate a ese AMOR en cuerpo y Alma, pero en ningún caso lo hagas cuando esas circunstancias no se den pues saldrás muy mal parada. No lo olvides nunca y siempre, SIEMPRE ÁMATE BIEN ❤️


Myriam Segrelles
coach & creative

Coach Integrativa y Sistémica
Especialista en gestión / desbloqueo emocional
y empoderamiento personal

DESARROLLO PERSONAL/PROFESIONAL